sábado, 3 de abril de 2010

Misantropía Vol. I

Ya que este es el primer volumen de varios, vamos a comenzar definiendo la misantropía para que todos partamos de la misma base, que es saber lo que significa:

La misantropía es una tendencia social y psicológica caracterizada por una aversión general hacia la especie humana.
No presenta un desagrado por personas concretas, sino la animadversión de los rasgos compartidos por toda la humanidad. Un misántropo es, por tanto, una persona que muestra antipatía hacia el hombre como ser humano.

Puede ser que leyendo esto, a uno le parezca que es una enfermedad horrible y que todo aquel que la padezca debería ser encerrado para el resto de sus días. No obstante la misantropía no solo no es una enfermedad sino que es un comportamiento de lo más comprensible en la actualidad. De hecho, me defino como misántropo.
Me explico; la gente (llamémosla así en lugar de "humanidad" por tratar de evitar la pedantería y sobre todo porque no se le puede otorgar la calidad de humano a todo ser perteneciente al grupo "gente") por lo general es bastante gilipollas. Sí, gilipollas, porque existen ciertas maneras de actuar y comportarse que no son propias de alguien no gilipollas.

El otro día, viendo las noticias, salió una sobre Sevilla; no habían podido salir a la calle varias procesiones por culpa de la lluvia. Hasta ahí todo normal, la lluvia es un fenómeno meteorológico inevitable (aunque de aquí podría deducirse que, tal como dice un sabio cuyos sabios conocimientos han llegado a mis oídos, a Dios no le gusta la semana santa). Lo realmente increíble y que hace que la misantropía que padezco alcance niveles que rozan el sincero planteamiento de cometer homicidio, es que aparecen personas extremadamente gilipollas en la tele que no tienen reparos en llorar a lágrima viva por que su magnífico paso no ha salido a la calle. Señores, por favor, yo comprendo que es mucho el esfuerzo que se ha hecho y la ilusión que se tiene, pero no procede que una persona adulta declare "Si mi Cristo no sale hoy a la calle, me mato".

En ese momento me gustaría poder estar ahí con ese señor y decirle:
-Señor, creo que es usted una persona que no merece vivir. Se ha gastado usted una cantidad de dinero que podría pagarle a sus hijos una educación, en vestir a su Cristo de seda y en poner todavía más oro si cabe en el paso que usted tanto admira, para que otros lo carguen a sus hombros mientras piensan que así exculpan sus pecados, pero todo el mundo sabe que es usted un drogadicto los fines de semana, cuando no está en misa y que eso de amar y respetar al prójimo no lo procesa su limitado cerebro. Que llueva es natural y necesario para el ciclo del planeta, y si usted se tiene que joder y no ver a su amasijo de madera esculpida salir a cuestas a la calle, se jode usted porque es lo que hay. Así que adelante, mátese porque su Cristo no sale este año.

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